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Por : Guadalupe Balderas Cisneros.
El amor a un niño es uno de los más sentimientos más puros y el mayor acto de nobleza del ser humano, ¿cuántos niños siendo casi bebés han sido arrebatados del seno de una familia?, otros aun viviendo en el seno de un hogar son víctimas de sus padres, en otros casos simplemente conviven con padres presenciales que consideran que basta con satisfacer sus necesidades básicas, pero nunca establecen un vínculo de comunicación con ellos. Y muchos otros, desgraciadamente, nunca conocieron lo que es un “HOGAR”.
El amor y el cúmulo de experiencias que experimenta un niño en su proceso hacia la adolescencia marcará su vida como adulto; si ese niño se formó en la calle y además estuvo falto de amor y atención de sus padres, sin duda será un adulto que le costará mucho adaptarse a una vida en pareja.
Y si además el niño fue atacado en su entorno físico y emocional será un adulto con altas probabilidades de no cumplir con los parámetros de una sociedad.
En México, según la UNICEF, 2.5 millones de niños, niñas adolescentes debajo de los 17 años trabajan para ayudar con el sustento familiar, y en varios casos son quienes sostienen a la familia, o bien en el mejor de los casos para pagarse la escuela. En nuestro país es ya una costumbre observar a niños trabajando en cruceros, puentes peatonales, plazas y mercados públicos o en cualquier otro lugar donde se pueda ganar unas cuantas monedas.
Una de las secuelas más graves del trabajo infantil es el abandono escolar.
Sin educación y sin la sana convivencia con niños de su edad, se incrementan sustancialmente las probabilidades de que el niño se convierta en un adulto que enfrentará severos problemas de adaptación, pues ocurrió algo trágico, SE LE ROBÓ SU NIÑEZ.
“Yo quería jugar, saltar, correr, gritar; nunca pude pues tenía que trabajar”.
Las consecuencias del trabajo infantil se agrupan en cuatro ramas: físicas, psicológicas, educativas y económicas.
Las físicas: al exponerse a jornada laborales como un adulto su crecimiento se ve mermado y no alcanzan un amplio desarrollo.
Psicológicas: ellos quieren actuar como adultos y es precisamente donde se da el robo de la niñez.
Educativa: la deserción escolar estará presente en la vida de estos niños pues no pueden cumplir con las dos funciones. Esto implica que será un adulto que solo tendrá una educación básica de aprendizaje.”
“El niño es como un barro suave donde puedes grabar lo que quieras… pero esas marcas se quedan en la piel… Esas cicatrices se marcan en el corazón… Y no se borran nunca” (Zenaida Bacardi de Argamasilla).