Por: Alejandro Carrillo
Ecatepec, Estado de México.-“Morir es nada cuando por la patria se muere”: José María Morelos y Pavón.
Autoridades, historiadores y políticos perdieron la oportunidad para recordar al generalísimo José María Morelos en su 209 aniversario luctuoso.
Hasta hace unos años, era una tradición republicana, escuchar los discursos para ensalzar la figura del político, militar y eclesiástico del que Napoleón habría externado, “Con tres Morelos conquistaría el mundo”.
Acudía el presidente de México, el gobernador del Estado de México, y el presidente municipal de Ecatepec, así como autoridades eclesiásticas y militares que honraban el legado histórico del autor de “Los Sentimientos de la Nación”.
Morelos, el cura indomable fue pieza fundamental de la lucha de independentista, pues tras la muerte del cura Miguel Hidalgo, encabezó el movimiento hasta su aprension en 1815.
Como parte de su última campaña, Morelos, con la finalidad de poner a salvo al Congreso de Apatzingán, y las implicaciones políticas que éste significaba para el desarrollo del proyecto nacional, decidió trasladarlo a Tehuacán, Puebla, y luego de un largo camino decidió descansar con sus tropas en las inmediaciones del poblado de Temalaca, actual estado de Puebla, donde sería capturado por los hombres del General realista Manuel de la Concha el 5 de noviembre de 1815, acto con el que el movimiento independentista se vio debilitado al perder a uno de sus principales líderes militares.
Al momento de su captura fue inmediatamente trasladado al poblado de San Cristóbal Ecatepec, lugar en el que se le formularon tres cargos. En la tarde del primer día se realizó la etapa procesal, conocida como Confesión con Cargos, que consistía en la toma de declaración del reo y de su manifestación respecto de su obediencia bajo el signo del sacramento de la confesión.
Morelos no reconoció haber cometido asesinato alguno, argumentando que en todos los casos sus actos obedecían a hechos de guerra legalmente sancionados como ejecuciones por el Congreso.
Asimismo, rechazó las excomuniones, pues no correspondían a medios de apremio en una nación independiente. En su confesión, Morelos se declaró inocente de todos los cargos que se le imputaban: desde la herejía y la rebelión hasta el asesinato, sin embargo, el 20 de diciembre el virrey Calleja emitió la sentencia de muerte de Morelos.
Morelos fue fusilado a las tres de la tarde del 22 de diciembre de 1815, antes de ser fusilado en San Cristóbal Ecatepec, sonaron las campanas de la iglesia, el paradero de sus restos es una leyenda, dicen que se encuentran en la columna del angel de la independencia, otros que fueron sepultados por su hijo Juan Nepomuceno en París, junto con una piedra de rubí que era su amuleto.
La ceremonia cívica tenía lugar en la casa se Morelos, antiguamente la alondiga de San Cristóbal, dónde fue fusilado el general, donde se colocaban arreglos florales, había disparos de salva y guardias de honor, hoy solo hubo tráfico y olvido en Ecatepec.