
Para Donde Oscila el Péndulo
La serie “PRI: Crónica del fin”, escrita y dirigida por la periodista Denisse Maerker pretende narrar la caída del Partido Revolucionario Institucional, pero su valor real está en cómo selecciona y dramatiza episodios históricos para construir la narrativa de un partido acabado. Al contrastar la serie con los hechos históricos, se observa que el relato mezcla rigor documental con elementos de narrativa política.
La hegemonía y el control político
La serie comienza con el PRI en su etapa fundacional como Partido Nacional Revolucionario (1929) y luego Partido de la Revolución Mexicana (PRM), destacando su papel en la pacificación del país tras la Revolución. Sin embargo, omite detallar que esta estabilidad se logró con control centralizado del poder, represión de opositores y cooptación de sindicatos y organizaciones campesinas.
Historia del PRI a través de sus presidentes (1924–2018)
Plutarco Elías Calles (1924–1928) – El arquitecto del poder
Plutarco Elías Calles, conocido como “el Jefe Máximo”, sentó las bases del modelo de partido hegemónico en México. Tras la Revolución, el país estaba fragmentado y Calles creó el Partido Nacional Revolucionario (PNR) para unificar facciones revolucionarias y controlar la sucesión presidencial. Su estilo de gobernabilidad se basó en centralización del poder, control político y establecimiento de redes clientelares, que luego serían la columna vertebral del PRI.
Lázaro Cárdenas del Río (1934–1940) – El líder populista
Cárdenas es recordado por su nacionalización de la industria petrolera en 1938 y por implementar un amplio programa de reforma agraria. Su gobierno consolidó el corporativismo, controlando sindicatos y organizaciones campesinas. A través de políticas sociales y económicas, logró una legitimidad social masiva, reforzando al partido como mediador entre Estado y sociedad.
Adolfo Ruíz Cortines (1952–1958) y Adolfo López Mateos (1958–1964) – Modernización y estabilidad
Estos presidentes impulsaron la expansión de infraestructura, educación y servicios de salud, consolidando la idea de progreso bajo control estatal. López Mateos fortaleció el poder del PRI con programas de bienestar que garantizaban lealtad política y consolidaban la percepción de estabilidad nacional.
Gustavo Díaz Ordaz (1964–1970) – Autoritarismo y represión
El mandato de Díaz Ordaz se define por su respuesta a la creciente movilización social, culminando en la Masacre de Tlatelolco (1968). Su gobernabilidad combinó modernización con represión selectiva, demostrando que el PRI podía sostenerse incluso mediante el uso de la fuerza.
Luis Echeverría Álvarez (1970–1976) y José López Portillo (1976–1982) – Populismo y expansión del gasto
Estos sexenios se caracterizaron por programas sociales masivos y políticas económicas expansivas. Echeverría y López Portillo aplicaron un populismo clientelar, buscando apoyo electoral mediante subsidios, crédito y empleo, pero también generando vulnerabilidad económica por el aumento de deuda externa y desequilibrios fiscales.
Miguel de la Madrid (1982–1988) y Carlos Salinas de Gortari (1988–1994) – Liberalización y control
Frente a la crisis de deuda y recesión, de la Madrid inició un giro hacia el libre mercado, continuando reformas estructurales y privatizaciones que Salinas consolidó.
Durante las elecciones de 1988, se registró la famosa “caída del sistema”, emblemática de fraudes electorales, y en 1994 la crisis del peso marcó un sexenio turbulento. La gobernabilidad del PRI en este periodo combinó modernización económica con manipulación política.
Ernesto Zedillo Ponce de León (1994–2000) – Transición democrática y sana distancia
Zedillo enfrentó los desafíos de una apertura política creciente, fortaleciendo al Instituto Federal Electoral (IFE) y aplicando reformas que permitieron elecciones más transparentes. Bajo su mandato, el PRI perdió la hegemonía presidencial en 2000 frente a Vicente Fox, evidenciando que el modelo de gobernabilidad autoritario y clientelar estaba en declive.
Para muchos la.sana distancia entre la presidencia y el PRI fue el inicio del declive de la hegemonía, al negarse a intervenir en la sucesión presidencial plantearon que su legado sería ceder al PAN el gobierno como un gesto demócrata.
Vicente Fox y la transición (2000–2012) – Fuera del PRI
Aunque no es priista, este periodo es clave para entender la evolución del PRI: el partido perdió la presidencia, pero conservó influencia a nivel local y estatal. Este periodo obligó al PRI a reestructurarse internamente y buscar nuevas estrategias de supervivencia política.
Enrique Peña Nieto (2012–2018) – Reinvención y escándalos
Con Peña Nieto, el PRI volvió a la presidencia tras doce años de alternancia. Su gobierno se caracterizó por la promoción de reformas estructurales en educación, energía y telecomunicaciones, intentando modernizar la imagen del partido. Sin embargo, escándalos de corrupción, la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y la percepción de impunidad dañaron gravemente la legitimidad del PRI, mostrando que la hegemonía histórica ya no podía sostenerse solo con institucionalidad y clientelismo.
El PRI de nuestros tiempos
La serie llega a los años recientes mostrando a un PRI debilitado, con problemas de identidad y relevancia política, pero oculta que, a pesar de ello, el partido mantiene poder local y estatal, controla gobiernos municipales y tiene influencia en diversas instituciones, lo que contradice la narrativa de un “partido acabado”.
Sin embargo, el PRI de Alito Moreno representa un partido en supervivencia, que ha dejado atrás la hegemonía histórica para convertirse en un actor pragmático en el sistema político mexicano. Su estrategia combina coaliciones, negociación y adaptación local, pero sigue marcado por su pasado histórico y los escándalos acumulados, lo que limita su capacidad de recuperar relevancia nacional plena, sin un planteamiento político que compita con la 4T.
Al final la serie plantea una visión al pasado que recuerda que hasta 2018 el PRI tuvo la capacidad de recomponerse e incluso de regresar a la presidencia de la república, ahora con los muchos casos de corrupción del régimen, de la mano con los pobres el resultados en materia económica y de seguridad pública, el desafío es constante podrá el PRI resurgir?, lo hará para continuar con su papel histórico o está en la antesala de la extinción?, es realidad una posibilidad inacabada para la dictadura perfecta detallada por Vargas Llosa?.
