Editorial
La renuncia de la ex candidata a la gubernatura de las filas del PRI y su incorporación a la campaña morenista, podría pensarse como un golpe mediático al PRI en temporada de traiciones, sin embargo podría tener el “efecto contrario” en el ánimo de la militancia tricolor en la entidad y encender “el sentimiento de traición” por el cual los mexiquenses acudan a las urnas por la revancha de 2023 y ser el ingrediente faltante para darle la vuelta a la elección federal para la victoria de Xóchitl Gálvez.
Para todo el país, el priismo más duro, con mayor poder territorial y electoral había sido hasta el 2023 el del EdoMéx, no por nada en el año 2000 aunque se creía en la desaparición del Partido – Gobierno que habría logrado la estabilidad del país después del movimiento armado de la revolución por décadas, se volvió a fortalecer.
Este PRI que pasaba de la hegemonía a la alternancia con Vicente Fox y del cuál se dudaba si subsistiría después de la transición de la presidencia de la república, con la apertura a la democracia partidista con Ernesto Zedillo, pasó en unos años a fortalecerse con la bandera del cambio no cumplido.
Después de una decada como oposición el PRI mexiquense logró catapultar al candidato presidencial, mismo que ganó por un amplio margen en la elección presidencial de 2012, el gobernador Enrique Peña Nieto. justamente en esa recomposición Del Moral llega a la presidencia municipal de Cuautitlán Izcalli en 2009.
Alejandra Del Moral, conoció al PRI Mexiquense que recuperó la presidencia de la república, ésa creímos que “era su escuela”, incluso colaboró en el gobierno federal como directora de Bansefi antes de regresar a la vida partidista, pero al parecer solo fue una puesta en escena.
Del Moral, vio los toros desde la barrera cuando el PRI mexiquense habría logrado la hazaña de recuperar la presidencia de México, muchos creían en ella como una promesa por haberse formado desde muy jóven en las filas del tricolor a la sombra de su padre el priista Dr. Ismael Del Moral médico y empresario que la impulsó para buscar la presidencia de Cuautitlán Izcalli.
Alejandra en su oportunidad logró en términos convencionales mantener el número de municipios y diputados, pero no es hasta 2023 cuando se plantea el proyecto de los llamados gobiernos de coalición en el que los partidos en la entidad apuestan por ir en alianza, aunque en la bancada de la Legislatura local siempre hubo reticencias.
Por tanto la salida de Alejandra Del Moral, a pesar de lo penoso representa la oportunidad para plantear un aliciente para el trabajo de los priístas de a pie, quienes antes y después de ella lograron mantener la votación historica en la entidad.
Ya que por el contrario de representar una dolorosa escision, pone de relieve varios factores; entre ellos después de 2018 tal parecía que ser priísta en el Estado de México ya se venía convirtiendo en un tema de “vergüenza cotidiana”, los candidatos locales eran vapuleados por un señalamiento constante de corrupción, impulsado por una división entre mexicanos alimentado desde palacio nacional, señalando al priismo como parte principal del discurso señalandolos como conservadores.
Con una dirigencia que administraba la adversidad, Del Moral que pasó a ocuparla dos veces, no pudo reconstituir a la marea roja de Montiel, mantuvo la inercia pero el PRI perdió fuerza, no era el PRI en los tiempos de Isidro Pastor cuando se apostó por la recomposición del PRI mexiquense, ni siquiera como en los tiempos de Enrique Peña.
Ésto a pesar de que en la entidad, el PRI habría construido como gobierno un andamiaje institucional estable que hasta la fecha se mantiene vigente en la administración de Morena, ejemplo de ello es que los cambios sustantivos no han ocurrido, el gobierno estatal en términos generales opera como una administración priísta de forma casi intacta.
Por ello, la salida de Del Moral y su incorporación al proyecto de la candidata presidencial de Morena, deja claridad en varios aspectos, en principio borra el sentimiento de vergüenza al PRI por perder la entidad más grande del país, y deja claro que su salida es con renuncia a su militancia, por un proyecto personal.
Con pena se romantizo el hecho de que probablemente el PRI y sus aliados habrían ganado la elección de 2023, con su salida “se confirma”, la alianza PRI -PAN-PRD y Nueva Alianza, fueron víctimas de “la pantomima institucional”, y de la intriga interna en el PRI, para dejar en manos de Del Moral “la simulación perfecta”.
Se fue Alejandra y con ella se fue el pudor por la victoria y la vergüenza de ser priísta, se fue Alejandra y se llevó el sentimiento de derrota, se fue Alejandra y se llevó la traición de una elección que remontó, no por ella sino por el esfuerzo y la generosidad de los partidos políticos y sus candidatos, en especial de Enrique Vargas quien hoy asoma una posibilidad de asumir desde hoy el proyecto del retorno a Lerdo 300.
Se fue Alejandra pero no se llevó el apoyo de las clases medias, no se llevó tampoco la historia de los ciudadanos que confiaron en ella, no se llevó el cariño de las y los militantes, no se llevó la posibilidad de cambio y menos aún se llevó el sentido de pertenencia de cientos de miles de mexiquenses que ahora mas que nunca sienten el orgullo de ser parte del revolucionario institucional, la metamorfosis de ella la disminuye y hace comprender que las causas fueron suficientes para mover conciencias en la elección de gobernadora, no ella.
El gatopardismo de Del Moral, pone en mesa la posibilidad de imprimir un ánimo renovado a la ciudadanía mexiquense este 2 de junio con la savaguarda de que con ésto el ánimo está intacto para impulsar a Xóchitl Gálvez, sino resulta inexplicable que Morena haya atraído a la ex candidata en tiempos electorales como la esperanza de atraer votantes.
Lo legal es que nunca el PRI fueron los 300 valientes que se enfrentaban a una lucha de Espartanos, lo legal es que la militancia no falló, a ellos les pertenecen las calles, las colonias y las condiciones para arreciar en la contienda electoral del próximo domingo.
Lo legal es que “La Valiente”, se creyó su papel sin saber que su salida resulta conveniente para develar que el PRI sale con ello del engaño y el marasmo del que fue objeto al imponer una estrategia para garantizar la transición a Morena mediante una puesta en escena.
Con dedicatoria para Carlos Samayoa Madrigal QEPD.