Editorial
La necedad del Estado mexicano de mantener el discurso de polarización en torno a la protesta de campesinos y transportistas pone de relieve que nada ha cambiado desde la salida de Andrés Manuel López Obrador, el gobierno de la 4T continúa actuando con la soberbia que le daba el discurso de que “todo lo malo” en el país, estaba en el pasado y era producto de las complicidades del prian.
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La presidenta tendrá en algún momento tendrá que retomar el liderazgo y poner orden en las dependencias el momento no se ve lejano y podría concretarse ante está crisis en la SEGOB que no han podido manejar.
Sin embargo, hoy el estado deja claridad de que lo que denominaban como justicia social y atención a las causas, solo fueron una serie de ocurrencias para detentar el poder público a costa de la voluntad popular.
La presidenta aún no asume el riesgo de hacer lo necesario en su tiempo.
“Tanto querían llegar para al final actuar de forma autoritaria como en el pasado”, ni siquiera en lo más básico, el gobierno federal actúa sosteniendo lo que se supone que es su idea de país, decían en la campaña de 2018 por el bien de todos primero los pobres y luego?, no podemos recordar las promesas de campaña en 2023 porque la presidenta los ha borrado tal cual sino hubiera iniciado su gobierno a partir de esa elección sino que es una continuidad atemporal de AMLO.
Por lo que se empecinan en ver a los campesinos como una sector social que estire la mano para comer, cuando lo que ocupa son subsidios para hacer productivo el campo.
“Zapata vive la lucha sigue”, decían muchas organizaciones campesinas durante décadas, para impulsar la inversión social en el campo, para cristalizar el reparto agrario y después en 1992 la reforma agraria, este régimen salió con su precio de garantía que no alcanza para hacer del campo un negocio, y ante una política pública de ocurrencias como todos los proyectos de la 4T los cuales fueron ocupados para promover la idea de un país en marcha que en realidad retrocede, dónde además ponen el ingrediente social de la ley federal de aguas que pone en riesgo el riego de parcelas cerrando aún más la producción agricola lo que representaría el colapso económico del campo.
Desde hace unas horas el discurso oficial se colapsó ante la ineptitud para levantarse de la mesa con acuerdos con la secretaría del campo y Segob para apoyar a los pequeños productores, para atender la seguridad en las carreteras con un nuevo cuerpo de seguridad pública y recuperar el control del tránsito al crimen organizado e implementar un esquema de financiamiento y subsidio para la producción agricola para garantizar los ingresos de los campesinos y el abasto para el autoconsumo en México, así como dar marcha atrás al planteamiento de quitar la transmisión de derechos de aprovechamiento del agua para uso agricola.
La Crisis de Michoacán, con el asesinato de el líder limonero Bernardo Bravo, y la ejecución del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo dejó un mensaje claro el crimen organizado no va a dejar sin cobro de piso a los productores de aguacate y limón, como tampoco va a dejar de extorsionar ni dejará la producción de drogas para la unión americana.
En este escenario la presidencia de México no sabe salir sin brotar un sentimiento de indiferencia y fanatismo insoportable para el ánimo social, discurso que envilece y reduce a la figura presidencial.
Mas aún sabiendo el descontento social, va a llenar la plaza del zócalo este 6 de diciembre para acusar una conflagracion contra el gobierno de la 4T toda protesta, dejando en claro que no hay matices y la visión de este gobierno no es el diálogo que convoque a acuerdos, sino por el contrario dejar en claro que solo hay una visión de país única y sin derecho a apelarla.
Por su parte la secretaria de gobernación Rosa Icela Rodríguez, planteó en una conferencia de prensa ligar la protesta a los partidos políticos de oposición, dándoles un crédito inexistente, luego a los poderes facticos, tal cual decidieron señalar la protesta de la generación Z, y finalmente llegar a la amenaza de delitos pendientes en fin ni el subsecretario Cesar Yañez tuvo la capacidad de resolver o por lo menos generar empatía con los manifestantes y menos aún altura de miras, que tiempos aquellos cuando en gobernación se utilizaban argumentos y presupuestos para negociar y no solo se imponía la desicion gubernamental por encima de la protesta con la intención de continuar con el discurso de un México de felicidad de la 4T.
Las carreteras siguen cerradas, y el gobierno no da un paso atrás, pide quitar los bloqueos a cambio de reuniones, los campesinos y transportistas son claros van a endurecer la protesta, y en los medios ya se habla de repercusiones económicas y de perdida de tiempo y molestias, típico del discurso oficial para desestimar las peticiones del campo y más bien generar un sentimiento en contra de las protestas.
La Paz y la negociación ya no son prioridad en el México de Morena, pues en este frankistein que representa la Cuarta Transformación, ya ni la presidenta Claudia Sheinbaum asume la responsabilidad para ser la jefa del Estado Mexicano para hacer una convocatoria a la unidad que no sea algo distinto a la polarización de AMLO, ni los diputados federales, ni los senadores, ni siquiera los de a pie defienden la criminalización de la protesta social haciéndose cómplices dejando la lucha social y poniéndose del lado más cómodo, atrás de una cuenta de Twitter o en el mejor de los casos haciendose “pendejos”, ante la falta de respuestas de su gobierno.
Además la llegada de Ernestina Godoy a la Fiscalía General de la República en lugar de Alejandro Gertz Manero pone en riesgo la judicializacion de las protestas Loque dejaría al país sumido en un conflicto social.
Siendo el prólogo de la discusión del TMEC, la llegada del plazo en los aranceles de EUA y a unos meses de que México sea sede compartida del mundial 2026 donde al estar en tres países resultará incómoda la comparación de la situación de país para comparar seguridad y protección.