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Editorial.
El 1 de Julio de 2018, es una fecha que sin duda estará en los libros de texto, como un parteaguas en la vida política del país, con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la república.
Tras contender tres veces por la presidencia de la república, el domingo 1 de Julio de 2018, el líder más carismático de la izquierda mexicana, logra la hazaña, “Llegar a la presidencia de la república”.
La 4t cumple 4 años, y tal vez goce con menos respaldo que la noche del triunfo en el zócalo capitalino, pero ante la falta de una narrativa alterna, es el movimiento más popular y que se consolida con un presidente que presume sus acciones y que ha cuestionado a sus detractores diariamente por 4 años en la mañanera.
“La Mañanera”, este ejercicio ritual que ha venido mutando desde el inicio del sexenio, con un amplio auditorio reduciéndose gradualmente, pero siendo un instrumento publicitario e ideológico, eficaz para mantener un discurso en el posicionamiento social.
México, sin duda es otro desde la llegada de la 4T la revolución de los caídos, es posible hoy. La posibilidad de aglutinar el histórico resentimiento social se funde con un gobierno de gran aceptación y una oposición prácticamente reelegada ante una visión diferente de gobierno, donde los discursos tradicionales no cuadran con los usos y costumbres de la clase política mexicana.
Andrés Manuel López Obrador, es sin duda el personaje político de la vida pública en la última década que pudo articular un discurso, para diagnosticar los graves problemas del país, señalando la guerra contra el narco y la desigualdad cómo sus principales postulados, logrando aglutinar el sentimiento contra la corrupción y los intereses creados, que un amplio sector de la población comparte.
AMLO, encarna a un mesías que buscaba la redención del pueblo, que decía que para que hubiera justicia, primero se debería de atender a los pobres, que señalaba que con una serie de determinaciones políticas y económicas, se podría impulsar el crecimiento económico hasta un 6 porciento anual, tasas como las que tiene China.
Señaló la necesidad de garantizar la seguridad atacando las causas, impulsando la entrega de becas a Miles de jóvenes, creando la guardia nacional, decía que en el principal problema de este país era la corrupción, sin embargo no hay combate frontal a las estructuras del crimen organizado, no existen incursiones para recuperar territorios, no hay investigaciones para la detención de los grandes capos y menos aún se disminuye el consumo de drogas en nuestro país.
México, no es el mismo de 2018, Trump ya no está en la presidencia de EUA, los dos primeros años de mandato de AMLO Trump se impuso notablemente con la virtual construcción del muro entre México y EUA, jamás un presidente mexicano habría sido tan prudente y endeble como AMLO aún y cuando como líder de la izquierda criticó fuertemente la visita oficial de Trump cómo candidato a la presidencia.
Andrés Manuel, tiene varios méritos. es sin duda un personaje con una gran resiliencia política y mental, ya que es el único líder político con un discurso estructurado y una narrativa que le permitió ampliar una base electoral para la izquierda, sumando una participación histórica logrando una votación de 30 millones de votos a favor de su proyecto.
El Peje, cómo se le conoce al tabasqueño, impulso la creación de un partido desde cero, y en menos de 10 años este partido gobierna 22 de las 31 entidades del país, es mayoría en casi todos los congresos y cuenta con una amplia bancada tanto en la camara de diputados como mayoría en el Senado de la Republica.
Andrés, vino sin duda a romper paradigmas, llamando a cuentas a empresarios a políticos durante los primeros dos años de su gobierno, logrando que la ciudadanía pudiera constatar la posibilidad de un cambio en la forma en que se daba la relación entre el poder político y el poder económico.
Habilitó en la UIF de Santiago Nieto un método para llamar a cuentas a exgobernadores, a empresarios y a líderes sindicales, lo que no pudo fue habilitar un área para el combate a los activos del Narcotráfico y del crimen organizado.
La 4T cumplió con su función histórica de revelar lo que se hizo mal por décadas, de señalar los abusos de los gobiernos pasados, de hacer manifiesta la desigualdad y la pobreza en el país.
Además es responsable de otorgar pensiones universales a todos los adultos mayores, de la creación de 3 obras emblemáticas, el AIFA, la refinería Dos Bocas, el Tren Maya, obras que hablan de un México posible, y de la consolidación de una idea de gobierno.
Sin embargo, la otra cara de la moneda es que durante 4 años se ha tratado de soslayar al mexicano aspiracionista, se ha buscado dividir al país en dos méxicos, dónde en uno habita la base social de morena y en otro los opositores al régimen.
Se ha cooptado a los críticos y a los intelectuales, desestimando las lecturas alternativas de un México, que no sucede, dónde no existe el crecimiento económico, dónde el número de asesinatos en el país ya es mayor que el todo el sexenio de Calderón, y de Peña Nieto.
Dónde no se construyen obras de importancia hidráulica para garantizar el abasto de agua de las próximas generaciones, dónde las fuerzas armadas son ocupadas para hacer obras civiles, seguridad pública, administración de bancos y aeropuertos, para combatir a la corrupción y al crimen organizado, cómo si el ejército fuera un cuerpo multifuncional que pudiera cubrir las deficiencias de aparato del servicio público.
La 4T tiene una lectura alternativa, dónde el presidente impone su voluntad y su visión por encima de las instituciones y de los mexicanos, dónde el presidente de México simula y juega con la voluntad que le fue otorgada, buscando el enjuiciamiento a los anteriores expresidentes, borrando de facto con ello toda aportación histórica y reduciendo su reconocimiento social.
En ningún, país democrático se puede desestimar el trabajo de un expresidente, porque sin lugar a dudas para que haya una reconciliación nacional, debe de haber el reconocimiento del mérito de los que nos anteceden.
La lucha contra el INE es sin duda un renglón aparte, tratar de disminuir la institución y a sus consejeros incluso buscar realizar una reforma para sacar provecho a los números y con ello garantizar el control del albitro electoral, podría ser sin duda un capítulo en la novela del principe de Nicolás Maquiavelo.
Las desestimaciones a los acuerdos en materia energética, la compra de una refinería en EUA y la simulación en la transparencia y asignación de los recursos públicos, dan otra cara a la 4T, una cara de la ilegalidad y de la falta de voluntad para transparentar el uso de los recursos, “Nunca más un pueblo pobre y un gobierno rico”, cosa que no sucede.
México, es otro después de la elección de 2018, sin duda hay una aportación histórica inegable para Andrés Manuel López Obrador, pero también México necesita más que la 4T, necesita el camino para la reconciliación y la recuperación, necesita el camino para que todos seamos vistos cómo parte de este ecosistema, en México no hay propios y extraños.
Una nueva propuesta de nación debe surgir para continuar con la transformación de las instituciones y garantizar que nunca más regrese el abuso en sueldos y gastos de funcionarios, pero que también garantice un freno a las ocurrencias.
Que garantice, el pago de impuestos a todos por igual, pero que pugne porque esos recursos se inviertan en México, en impulsar la tecnología, el campo, la educación y por supuesto el cuidado a nuestra biodiversidad, el uso de energías limpias y la preservación de los ecosistemas para frenar el cambio climático.
México, debe de ir por un proyecto de nación donde solo haya un camino cuando los partidos sean gobierno, dónde no se lleve la camiseta puesta en las instituciones, dónde la apuesta sea ideologica y de ver quién avanza más, no quien roba más y lo sabe ocultar mejor.
Es momento de la reflexión, de los dueños de la 4T, pero también de los mexicanos “todos” y reconocer que si son 4 años de un avance en la óptica, pero que falta mucho para considerarlo honestamente como una transformación.